29/1/13

Nam Qom, despertarse en tierra ¿ajena?


Por Lidia Casquero
Especial para De boca en boca

Tierra y dignidad
Los conflictos sociales se pueden medir en cifras, en impacto mediático, pero son pocos los conflictos que podemos empezar, y solo empezar, a ver basándonos en el tiempo que llevan sin resolver y en la cantidad de puntos de negociación que ha tenido. Uno de esos conflictos es el de los pueblos originarios del actual territorio argentino, debiendo acotar la visión (compleja) que tiene muchas similitudes con otras que existen en toda Latinoamérica. Si uno pudiera marcarlos en un mapa de Argentina, probablemente, se sorprendería al ver que de norte a sur, en muchas provincias existen pequeños, medianos o grandes focos  de resistencia de pueblos originarios que reclaman ser reconocidos en sus ancestrales espacios.

La Campaña Chau Roca se inicia con el objetivo de “desmonumentar” al Gral. Roca del centro porteño, donde el monumento más grande de la Ciudad es en su honor, entre otras cosas por la Campaña del Desierto que es el mayor genocidio de nuestra historia nacional, el mayor ataque a los pueblos originarios de nuestra Patagonia. En su lugar, se propone erigir el monumento que actualmente se está construyendo a la Mujer Originaria, con el impulso del escritor, periodista e historiador Osvaldo Bayer, de numerosos sectores y agrupaciones. Poco a poco se transformó en una campaña que atraviesa muchas provincias y ha estado en constante reivindicación de los Derechos más elementales que le son negados a las comunidades que viven en todo el territorio argentino.

En agosto pasado la campaña Chau Roca emprendió un viaje a la provincia de Formosa, a las comunidades Potae Napocna Navogoh, más conocida como La Primavera (nombre que le diera el Estado Argentino y que fuera remplazado por “Garra del oso hormiguero” en lengua Qom) y a la comunidad Nam Qom a pocos kilómetros de la capital provincial, en el norte argentino.

Esta es la misma cultura que conocimos en la escuela como toba, o una parte de ella, la misma que hacen casi dos años vimos en los medios tras la represión que sufriera el acampe que hicieran en la avenida 9 de julio, encabezado por el Qarashé (líder) Félix Díaz. El mismo líder que el gobierno provincial no reconoce a pesar de haber sido elegido por su pueblo, como representante de la Nación Qom.


Los ejes para pensar la cuestión Qom deben, necesariamente, correr sobre dos niveles. Uno de forma y otro de fondo. De forma, deberíamos discutir la representación legítima del pueblo qom por Félix Díaz, la resolución de los reclamos territoriales que son alrededor de 5000 hectáreas según escritura Nº 468 de las cuales 1300 se encuentran en manos de el gobierno de Formosa, la familia Celía, el Parque Nacional y la Universidad local. De fondo, se deben debatir temas más profundos, esto es, la necesidad urgente del ejercicio pleno de los derechos básicos como salud, educación intercultural, respeto absoluto de la cultura que ejercen con o sin autorización oficial. Y fundamentalmente el tema de la propiedad de la tierra. Nada menos.

“Nos quieren ver de rodillas por un plato de comida. No lo van a lograr. El gobierno nos quiere comprar, queremos ser dignos.” dice Félix Diaz, el mismo que fue “accidentalmente” atropellado por una camioneta durante la semana del 13 de agosto de 2012.






Un relato de viaje

Nos recibió la lluvia en Formosa, tan intensa que no pudimos entrar al barrio Nam Qom al pasar por la capital. Nos recibieron en Lugar de Encuentro, una organización no gubernamental que colabora con niños, niñas y jóvenes en situación de calle. Nos recibieron con matecocido y pan casero, casi como parafraseando esa canción que dice “…amigo mío entra a mi hogar…”. Las historias mezcladas, la lucha permanente, la mano abierta, la voz cortada, los pibes que siempre están presentes, los docentes en lucha, la lluvia que nos obligaba a amucharnos como para dar calor en tantas historias que poco tienen de humanas.

Seguimos camino hacia Potae Napocna Navogoh. Lloviznaba ahora, pero igualmente no pudo ingresar el micro que nos transportaría hasta el Centro de Integración Comunitaria (CIC), donde dimos talleres e instalamos las bolsas de dormir. Cuatro kilómetros de camino arcilloso nos esperaban. Nos vino a recibir Díaz (el qarashé de la comunidad) con parte de su familia. El abrazo fue la mejor postal de llegada. Solo una camioneta iba a transportar los víveres mientras en caravana llegamos a destino.

La gente de la comunidad, como secreto a voces, iba anunciándose que llegábamos hermanos de Buenos Aires, entre ellos Mario y Graciela el odontólogo y “la doctora” (nuestra compañera enfermera) quienes habían ido el verano anterior a formar agentes sanitarios que han ayudado a paliar los emergentes de la comunidad en estos meses.

La radio que existe en la comunidad, esa voz que une, que trasciende, que comunica y que lleva mensajes en qom y en español, avisaba que íbamos caminando. José, de 8 años, intrigado por las fotos que sacábamos nos acompañaba intentando tomar sus propias imágenes. Félix, con la calma de las luchas justas, nos había dado la más completa bienvenida.

Nuevamente la radio se nos iba cruzando en cada paso. Anunció a la población que estábamos en el CIC y que al día siguiente, luego de la asamblea, comenzarían los talleres de salud, de música, de radio, de derechos humanos, de fotografía, huerta, juegos. Algunos nos dedicamos a intercambiar lo que sabemos con la comunidad de hombres y mujeres de voz baja, de risa fácil y de alma compañera. Otros, se dedicaron a armar un proyecto para hacer llegar el agua a la gente, porque no era casual que ese día los tanques de abastecimiento estén llenos. Ese día los tanques habían sido cargados, maravillas de las visitas, porque el resto del año la población no tiene agua, no se cargan los tanques, no hay cañerías de distribución. Cosas de la vida, le dicen.

Pasaron dos días en la más completa distribución de tareas, de charlas eternas, de música continua, de imágenes que se prenden en la memoria, de asambleas interculturales, de ida y vuelta, de dar y recibir, de dejar en claro que la propiedad de la tierra en la mayoría de las culturas originarias es comunitaria. Claro, no olvidamos que para nuestra cultura la tierra es privada, es pertenencia, es valor, mientras que para ellos no es valor, es venerada, cómo vender y comprar para una persona algo que es de todos, que nos da todo, que no la podemos llevar a ningún lado sino que es ella la que nos lleva. Concepto que exige darnos cuenta de la complejidad de la cuestión y por qué es más fácil legislar de quién es la tierra y no qué es la tierra.


Nam Qom,  despertarse en tierra ¿ajena?

Luego de despedirnos de Potae Napocna Navogoh, partimos hacia la capital formoseña donde nos esperaba el Grupo de Docentes Autoconvocados para el almuerzo, previo paso por el barrio Nam Qom, a menos de 10 kilómetros del punto de encuentro.

“Necesitamos que los Derechos Humanos se cumplan también para nosotros, vivir con caballos y perros de la policía no es humano…” expresó Fidel al recibirnos en asamblea con otros habitantes en el sector llamado lote 68 de la toma de tierras del barrio. Las imágenes que la realidad regalaba a nuestros ojos se completaban al escuchar sus planteos.

El sector donde nosotros estábamos parados fue cedido por decreto ministerial en la década del ´70 a la comunidad del lugar. En los ´80 de las aproximadamente 8 hectáreas, una parte fue cedida, sin consulta ni aviso, a Hidráulica Provincial y para instalar la antena del Canal y la Radio Provincial. Desoyendo la decisión inicial, se les quitó tierras de propiedad comunitaria sin que sean aceptados sus reclamos. Según afirman los vecinos, el sistema judicial que lleva su caso en lugar de velar por el cumplimiento de las decisiones de Poder Ejecutivo, acepta las donaciones que este mismo poder envía al Colegio de Magistrados. Mientras, Nam Qom espera.

El 10 de julio de este año, el lote 68 de Nam Qom se despertó a los gritos de policías y vecinos, de perros, de caballos, de órdenes policiales confusas. Era un operativo para desalojar familias de la comunidad Qom. Los relatos, las anécdotas, los detalles sobraban cuando la imagen de centenares de miembros policiales, más cuerpos de caballería y canes avanzaron sobre casillas de palma y adobe, mujeres, viejos y chicos. Quemaron palmas que las mujeres usan en cestería, su principal fuente de ingresos. Luego, la policía, impusieron vallas y actas a quienes estaban en la toma (la toma de sus propios terrenos).

Seguimos viaje, hasta las manos amigas del Grupo de Docentes Autoconvocados de Formosa. Los mismos que por no ser parte de la trama de poder provincial, no son beneficiados con licencias gremiales ni con débito de la cuota sindical en sus sueldos, sino que se sustentan con el día a día y la necesidad de lucha ante el estado de precarización y urgencia educativa. Es alto el analfabetismo comparado con el de otras provincias argentina y aún más urgente la necesidad de más escuelas interculturales.

Regresamos con sabores varios: el intercambio generoso con comunidades y grupos, haber visto personalmente el entramado político y social que sigue haciendo prevalecer “el orden del blanco” con sus patrones de segregación y discriminación hacia los grupos originarios, hacia los sectores vulnerables. También regresamos con el sabor de que existe la confianza plena en el crecimiento mutuo, el intercambio permanente y la defensa plena de los Derechos Humanos para todos y todas.