27/1/15

¿EN CONTACTO?


Este 2015, como muchos otros inicios de año, trajo distintos hechos que nos invitan a reconectarnos en tiempos del año que uno aprovecha para “desenchufarse”, para renovar el espíritu que el resto del año nos demandará. Asesinatos por aquí y más allá, suicidios, complicidades entre narcotráfico, políticos y ejército borrando rastros de vida de estudiantes, suicidios de personajes que, pronto, serán olvidados son casi el único menú que algunos medios de grandes corporaciones nos ofrecen “minuto a minuto”. A ellos se pliegan con escasa autocrítica algunos medios ¿progres? que empobrecen su propuesta y práctica comunicacional en una repetición de aquello que critican sobre modelos hegemónicos que buscan mantener con el ciudadano, una relación casi clientelar, efímera, antes que respetuosa de sus deseos, necesidades y derechos que le asisten.

Esa reconexión a la que somos provocados nos desafía a superar los letargos o suscripciones pulsionales  que retardan la necesidad de un ejercicio crítico cotidiano sobre lo que ocurre, lo que nos ocurre buscando todos los aportes posibles para entender lo que pasa, lo que nos pasa…y actuar responsablemente. Por ejemplo, para que muchos otros hechos cotidianos también sean parte de la agenda pública, donde están involucrados hombres y mujeres de todas las edades y sectores larga y escasamente visibilizados (pueblos originarios, para mencionar un ejemplo entre tantos).

En la última década transitada, asumimos el desafío de trabajar en el periodismo y la docencia desde una mirada holística de los derechos humanos, con los pies en dos campos sensibles para la construcción de cualquier cimiento social: la educación y la comunicación. Desde este lugar intentamos aportar, en/con el intercambio de otros saberes, disciplinas, prácticas al cambio social que permita seguir avanzando hacia una sociedad que asuma en la vida cotidiana el ejercicio de los derechos humanos tanto como la necesidad de respirar.

Entre algunos aportes, nos permitimos compartir la lectura del Dossier “Desafíos del presente: Educación en derechos humanos, universidad y ciudadanía” que integra el nro.25 de la Revista (indexada) de Ciencias Sociales de nuestra Universidad Nacional de Quilmes. http://www.unq.edu.ar/advf/documentos/53e389d522b6b.pdf

Néstor Manchini
Proa Comunicación
P/D: Seguiremos mejorando estas notas de inicio del 2015, en las entregas que compartiremos y a las que, como nos acostumbraron, esperamos sus comentarios.

19/1/15

La vida, los unos y los otros



Opinión. Por Washington Uranga
Los lamentables acontecimientos ocurridos los últimos días en París, incluyendo los terribles asesinatos en Charlie Hebdo, desataron una serie de controversias que exigen reflexiones que ayuden a pensar sobre muchos otros temas vinculados y que atraviesan la sociedad actual. Quien escribe lo hace como periodista y sin la pretensión de sentar cátedra, proclamar certezas o exponer verdades. Lo que sigue no es más que la enumeración parcial de algunas cuestiones que, a nuestro juicio y también en medio del desconcierto, deberían entrar en la agenda del debate para no parcializar la mirada y, de esta manera, equivocar el análisis y las propuestas.
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Todos los asesinatos son condenables. No hay ni siquiera lugar para la duda. Ningún ser humano puede arrogarse el derecho, por motivo alguno, de quitarle la vida a un semejante. El principio es aplicable a los asesinos de los periodistas de Charlie Hebdo, a las violaciones cometidas por Boko Haram, a las de-sapariciones de Ayotzinapa, a quienes hacen atentados contra los judíos o matan población civil palestina indefensa, para señalar tan solo algunos ejemplos contemporáneos. No deberíamos olvidar que en el mundo mueren asesinadas miles de personas por “guerras quirúrgicas”. La pena de muerte también es un asesinato, así sea legal.
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La vida es el valor supremo a defender. La vida de todos los hombres tiene el mismo valor y absolutamente a nadie, bajo ninguna circunstancia, le asiste el derecho de terminar con la existencia de un semejante. Son miles y miles los que mueren en el mundo por hambre, exclusión y enfermedades. Otros perecen en el intento fallido de alcanzar el “paraíso” de un mundo desarrollado que les está vedado. La muerte por estos motivos también es un asesinato. Y todo ello es resultado de una sociedad injusta, del abuso del poder económico, de guerras que sólo buscan proteger los intereses y la propiedad privada de unos pocos, colocados siempre por encima del derecho a la vida digna de las mayorías.
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La doble moral. Parece ser el parámetro comúnmente aceptado y validado por quienes ejercen el poder en cada caso. Los mismos que matan u ordenan matar se pueden llenar la boca con alegatos contra los asesinatos de otros. Hay guerras buenas y guerras malas. Las armas nucleares son buenas y legítimas en manos de unos y peligrosas e ilegítimas en manos de otros. Las acciones de “los unos” son siempre buenas, justificables y legítimas. Las de “los otros” son siempre malas, condenables y merecedoras del mayor castigo. Los atentados provocados por “los otros” son acciones repudiables. Las muertes generadas por “los unos” son siempre escarmientos y legítima defensa. “Los unos” son creíbles cuando piden la paz. Cuando “los otros” hablan de la paz se trata de un subterfugio para esconder sus criminales intenciones.
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La complejidad. El análisis simplista y de manera aislada de los hechos no ayuda a la comprensión. Nada puede entenderse si no es en su contexto y en su proceso. Cada situación es el resultado de múltiples hechos, acciones y decisiones convergentes. No existe una sola causa para explicar un hecho. Hay siempre multiplicidad de causas y, al mismo tiempo, múltiples consecuencias. Las explicaciones monocausales antes que “errores” suelen ser intentos de ocultar parte de las causas y sus responsables. Tampoco alcanza con dar muchas respuestas ante un único interrogante. Se trata de construir muchas preguntas ante cada hecho. Cada pregunta generará, a su vez, muy diversas respuestas, todas parciales y sin que ninguna pueda dar cuenta totalmente de la complejidad del tema.
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La sociedad global es multicultural y multiétnica. La sociedad global no es el futuro, es hoy. Como consecuencia tardía de los atropellos coloniales, de los movimientos migratorios, de la movilidad social, del desarrollo de las comunicaciones y de tantas otras razones, la sociedad global en la que vivimos es multicultural y multiétnica. La expansión y volatilidad de los capitales financieros y el consumismo trastoca en tiempos muy rápidos distintos aspectos de las identidades locales. Todo esto supone la existencia de diversidad de valores, criterios, prácticas culturales y modos de relacionamiento que atraviesan tanto la forma de construir y ejercer el poder como la vida cotidiana. Quienes controlan el poder hegemónico en esta sociedad globalizada se llenan la boca hablando de tolerancia, sin advertir (con o sin intención) que éste es un concepto fuera de época. Porque asumir la diversidad es reconocer el valor y la riqueza de todos los actores en juego, la importancia de la alteridad y la aceptación de que el diferente me enriquece desde su diferencia. Y porque quien “tolera” se cree él mismo superior, poseedor de la única verdad, aunque magnánimo para aceptar que el otro no sea capaz de acceder aun a su mismo grado de perfección.
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La libertad de expresión no es absoluta. Es importante, es esencial a la libertad misma y hay que defenderla permanentemente y de todas las formas posibles. Ninguna acción violenta se justifica para acallar la voz de nadie. Al mismo tiempo el ejercicio de la libertad de expresión tiene una contrapartida: supone y exige responsabilidad en el ejercicio. Demanda no sólo respeto por los demás, incluidos sus valores y creencias, sino también la sensibilidad imprescindible para no herir, lastimar, dañar de manera innecesaria. La libertad de expresión no es una prerrogativa exclusiva de los medios, porque la libertad de prensa es una manifestación particular de una libertad propia de cada uno de los seres humanos: la libertad de expresión.
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El derecho a la comunicación. Es un derecho humano fundamental, formalmente reconocido, pero reiterada y sistemáticamente violado en la sociedad global. Son más los silenciados y los invisibilizados, que quienes pueden expresarse y son reconocidos como actores. Nada (o muy poco) se hace desde el poder político y económico para contribuir a la vigencia efectiva de este derecho. La creciente concentración del poder mediático en todo el mundo está lejos de contribuir a este propósito.
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La fe no mata ni se mata por motivos religiosos. Toda expresión de fe es un canto a la vida y es un compromiso con la vida humana como reflejo y manifestación del propio Dios, según lo expresan la mayoría de las creencias. Los fundamentalismos, aunque aludan y refieran a lo religioso, y así sean alimentados por ministros religiosos, son ajenos a la fe y no pueden ser considerados una consecuencia de ella. Fe y política son compatibles y forman parte de la misma acción de la persona. La fe alimenta la práctica de la justicia, de la solidaridad, de la fraternidad. La política es una forma de concretarlo. Desde toda perspectiva religiosa la política es ante todo una ética que se presume liberadora. Pero no se puede generar liberación sojuzgando al otro, imponiéndole una perspectiva, avasallando su libertad. Esto es fundamentalismo. Hay manifestaciones religiosas que hacen culto del fundamentalismo contrariando el sentido liberador de la fe.
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Todos somos responsables. Con distinto grado de responsabilidad, también en función de las asimetrías de poder. No es comparable el grado de responsabilidad de los dirigentes al de los ciudadanos de a pie. Pero nadie puede sentirse ajeno al compromiso de contribuir en la búsqueda de una paz basada en la justicia y en una perspectiva integral de derechos. No hay lugar para el “no te metás”, porque esa actitud termina siendo cómplice de los atentados contra la vida. También es parte del deber humano y ciudadano intentar comprender, analizar “al otro”, como una forma de acercarse a ese “otro” que ante la estigmatización se vuelve aún más misterioso y repulsivo, multiplicando la incomprensión. No hay tampoco una sola forma de respuesta, ni una sola manera de comprometerse. Cada uno, cada una, lo hace a partir de sus propias convicciones, certezas y posibilidades. Pero nadie está afuera y exento. La paz es una construcción colectiva y permanente.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-263951-2015-01-15.html

El género en la comunicación



Sandra López es la coordinadora regional del MMM. Impulsa la concreción del quinto monitoreo mundial, que analiza cómo los medios tratan a las mujeres en más de cien países de todo el mundo. Sostiene que hay que educar en la lectura crítica de medios. 
Desde Lima. Entrevista a una especialista del Monitoreo Mundial de Medios.

Por Sonia Santoro

“La gran política tiene que ser la educación en lectura crítica de medios.” De esta forma sintetizó Sandra López, experta en medios y género, la estrategia básica a implementar por los Estados para lograr medios más igualitarios y por ende más democráticos. En el marco del Seminario Regional “El derecho a la comunicación con enfoque de género en la agenda de desarrollo post-2015”, llevado adelante por una organización internacional en Lima, Perú, López habló con Página/12 sobre medios, género y políticas comunicacionales.

Sandra López es profesora en Lengua y literatura con maestría en Antropología y en ambiente de Ecuador. Trabaja en la organización Gamma (Grupo de Apoyo al Movimiento de Mujeres del Azuay, provincia de Ecuador) por una vida libre de violencias, y desde hace 20 años lucha por cambiar los imaginarios sociales que sostienen la discriminación. O mejor dicho, las discriminaciones.

López es la coordinadora regional del Monitoreo Mundial de Medios. Desde ese rol está organizando ya las estrategias para concretar este año el Monitoreo Global de Medios que lleva adelante la Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana (WACC), una ONG que viene trabajando hace 50 años en esta línea. Y que cada cinco años, y siguiendo con las pautas trazadas en la Conferencia de la Mujer de Beijing (1995), registra y analiza cómo los medios de comunicación tratan a las mujeres en más de cien países de todo el mundo.

López explica el origen de los monitoreos. Surgen, dice, “con la pregunta de conocer qué está pasando en las bases del machismo, en las bases que sostienen la discriminación contra las mujeres. Se vio que los medios de comunicación son una de las grandes instituciones sociales, así como la familia, la religión, la educación. Pero los medios de comunicación con una gran capacidad de llegada, y por el tiempo que permanecen en relación con las personas, son como el espacio social privilegiado donde se reproducen los estereotipos de género”.
“Un grupo de feministas pensó en analizar qué está pasando, porque una cosa es ver por intuición o saber percibir una frase o una imagen sexista en un medio, pero otra cosa es tener datos más objetivos, que se puedan manejar para difundir, para hacer capacitaciones y también para presentar evidencia, para que no sea solamente una opinión sin fundamento”, relata.
Así surgió el monitoreo como una investigación transversal, en un día y un momento determinados (este año tendrá lugar entre marzo y abril), que invita a participar a cuantos países quieran sumarse.
En el primer monitoreo observaron que “los resultados eran alarmantes. Si la intuición nos decía que había sexismo en los medios, el primer monitoreo mundial demostró que es más que sexismo, que la invisibilización de las mujeres era altísima, que casi no había presencia de mujeres reporteras, de editorialistas –dijo López–. Que cuando se hablaba de las mujeres estábamos en la farándula o en los concursos de belleza, estábamos sufriendo por la pobreza o por la violencia, que nunca estábamos haciendo análisis económico, político. Entonces con esos datos se vio que era necesario hacer seguimientos. Y se hacen cada cinco años para hacer seguimiento y también para hacer incidencia”.
–¿Qué cambió en estos 20 años?
–Ha cambiado ligeramente la representación de las mujeres en los medios, ha aumentado. A partir de la cumbre de Beijing del ‘95 que implicaba también algunos compromisos de los gobiernos, por ejemplo, cambió la participación política de las mujeres, con lo que hay una mayor visibilidad también. Entonces hay mayor participación política, hay mayor cantidad de mujeres en cargos, presidentas, en asambleas; eso hace que suba un poco el número de mujeres en la representación. Sin embargo, temas como análisis políticos siguen con casi nula participación de las mujeres. Hay que decir que se hace en más de cien países y que no importa el sistema político, si el sistema es de derecha o de izquierda: la representación en los medios es baja; no importa si es religión islámica o católica: en la mayor parte de los países la representación de las mujeres no cambia; no importa si es un país industrializado o no. Entonces eso nos da pautas para hacer ya un quinto Monitoreo Mundial de Medios en 2015, primero para analizar los cambios que se están dando. Y después para trazar estrategias de mayor incidencia que permitan lograr cambios más rápidamente, porque en 20 años son muy lentos los cambios.
–¿Cuáles son los retos para este monitoreo?
–Queremos integrar a más países. Además queremos integrar medios digitales y redes sociales; monitorear Twitter, por ejemplo.
–¿Cuántos países participan de la región?
–De Sudamérica prácticamente están todos y de Centroamérica sólo falta contacto en Honduras. En el Caribe hay poca organización, así que aprovechamos a invitar a organizaciones de esos países para que se contacten.
–El monitoreo coincide con la Conferencia Beijing+20. ¿Cómo puede incidir este trabajo en lo que suceda allí, dónde se van a revisar las recomendaciones de 1995 en materia de comunicación?
–Desde el monitoreo anterior, la WACC logró posicionarse como una de las voces privilegiadas frente a Naciones Unidas en temas de comunicación y género. Ya Naciones Unidas adopta el monitoreo mundial para la estrategia de incidencia. Entonces ahora hacia Beijing+20 los datos van a servir para sustentar sobre todo la esfera número 10, que es la relacionada con medios de comunicación, imaginarios sociales, estereotipos de género, derecho a la comunicación. Pero además está la Cumbre Post-15 por los Objetivos del Desarrollo del Milenio, que también viene el año próximo. Entonces yo pienso que es un tiempo de incidencia fuerte. Después de 20 años se ha logrado entrar en espacios más estratégicos y creo que ya hay una voluntad de los Estados que, ya sea porque se ven obligados o porque reciben demasiadas críticas, no les queda más remedio que meterse a ver qué hacen con este tipo de problemática y qué van a hacer frente a esos objetivos.
Así que yo creo que el escenario mundial es interesante. Los datos van a llegar a donde deben llegar y van a enriquecer la elaboración, la redefinición, la nueva elaboración de objetivos en ambas cumbres.
–¿Qué hace falta cambiar para lograr una comunicación y unos medios más igualitarios?
–Si queremos cambiar imaginarios, tenemos que recordar que somos parte de una especie privilegiada, que no por ello puede explotar a otras especies y peor: explotarse entre la propia especie.
–¿Y pensando en políticas para los medios?
–Yo creo que la gran política tiene que ser la educación en lectura crítica de medios. No creo que podamos seguir esperando mucho de los marcos regulatorios. Yo creo que hay que trabajar mucho en la autorregulación, y la autorregulación sólo puede venir de una conciencia crítica.

Fuente: http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/sociedad/3-263725-2015-01-12.html